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lunes, 30 de marzo de 2015

X


Episodio 10


Narra Eugenia:


Tenía que ser él, ahora que lo recuerdo su madre me enseñó muchas de sus fotografías. Claro, en mi mente lo están.


Es el mismo rostro jóven que yo había visto en las fotografías, sólo que su color de piel aumentó ser más oscura al igual que su color de pelo. Que yo recuerde su color de pelo era más claro pero su cara sigue siendo la misma. Por esa razón me figuro que es él si es que no me alucino. Tiene el cabello alborotado y peinado todo para atrás.

_ Lo más probable es que nunca me hayas visto ni mucho menos sabes quién soy yo pero yo conozco a tus padres y me han hablado mucho de ti. Sobre todo tu madre. Ella es la que me enseñó algunas fotografías tuyas. _ Él parecía confundido.

_ Pero yo ni si quiera sé tu nombre. No sé de dónde hayas salido para que conozcas a mis padres y te hablen de mí.

_ Es que es una larga historia para que te cuente cómo conozco a tus padres aunque no conozco a tus hermanos más que por foto. ¿Pero si eres George o no? _ el chico me asintió. Después si vi que era él porque en su cabecera estaba su nombre completo en plumon negro.

_ Yo soy…

_ Voy al baño _ se levantó de la camilla. Me dejó así casi con la palabra en la boca. Me sentí ofendida.

Cuando llegó lo vi sentándose a su cama y nuevamente quise decirle mi nombre pero el chico parecía no interesarle porque se recostó y se volteó dándome la espalda. 

_ Oye… _ le hablé. Él disimuló estar roncando. Me hizo entender de que de plano no quería conocerme. No sé por qué pero soy demasiada sentida sólo por el hecho que alguien me ignore.

A la mañana siguiente ya no quería escribir nada en mi diario. Quería algo y no lo sabía. Me sentí sola a pesar de que en la habitación hay muchas camas con muchos pacientes. Ya que Paul me tiene en el olvido es hora de pensar en cómo pararme y regresarme a París. ¿Estaba frustrada? ¿Estaba triste? ¿Desesperada? ¿Desilucionada? Era eso, tenía la ilución de hacer una nueva amistad con el que llegó ayer en la noche pero resultó que no fue así.

Vi que no estaba, no sé a dónde se encontraba, es más ni me interesa.

Vino la enfermera en su carrito con varias charolas de los desayunos. El desayuno de hoy era un delicioso cóctel de frutas con miel y almendras, un antojable jugo de naranja, leche blanca y un sabroso emparedado de jamón de pavo.

_ ¡Buenos días Eugenia! _ decía la enfermera colocando en mi mesita el delicioso desayuno.

_ Hola Dennis _ La saludaba.

_ Que lo disfrutes.

_ Gracias Dennise _ La enfermera se estaba retirando de esas dos camas pero se regresó preguntándome  

_ ¿Y el paciente de aquí? _ Señaló la otra cama que se encontraba a mi lado.

_ No lo sé. ¿Por qué?

_ Tengo su desayuno allá afuera en el corredor y quiero ver que se lo coma porque es muy posible que lo escupa. _ la enfermera me hizo un susurro con su mano _ parece no gustarle las espinacas.

Y era cierto de lo que me decía Dennise porque cuando Geroge regresó de quien sabe dónde, Dennise le colocó en su plato unas espantosas espinacas.

Disgustado George no las quería probar ni de broma cómerselas pero la enfermera lo obligó y finalmente hasta yo sin que las probara quedé asqueada por esas horribles espinacas.

_ Al menos a ti te dan bien de desayunar _ se molestó conmigo. Cruzado de brazos.

_ Fijate que sí, sólo que por tu culpa no me lo pude saborear.

_ Yo no tengo la culpa de que me den eso las enfermeras. _ Se molestó aún más enderezándose un poco de la almohada en que se apoyó.

_ Bueno, perdón pero ¿por qué te hacen comer eso?

_ Porque estoy enfermo de Netrifis.  

_ ¿Qué es eso? _ fruncí el ceño.

_ Es una inflamación del riñón. Es por eso que voy tantas veces al baño.

_ Ahora comprendo. _ dije más calmada.

_ ¿Y tú cómo te fracturaste el pie?

_ Me caí de la bici en una coladera destapada. Pero supongo que va sanando ya que no me había fracturado todo el pie. Prontó saldré de aquí.


Conversamos como pericos. A George se la había pasado la molestia de las espinacas y platicabamos de cómo habíamos llegado aquí. Él me dijo que llegó aquí porque lo descubrieron muy débil en su cama después de un viaje con su familia. Se sentía tan cansado y muy mal que perdió el sentido.

En la noche como a las 7:00 pm yo leía un libro que me prestó el amigo de mi papá.

_ ¿No has intentado hacer otra cosa? _ Me asomé detrás del libro. Ahí estaba él.

_ Pues qué puedo hacer si no te dejan escuchar la radio y yo no puedo caminar bien. _ Me volví acomodar para seguir leyendo la página.

_ Cuenta chistes

_ No soy buena en chistes. No me gustan los chistes. Son muy tontos _ dije aún con el libro a mi vista.

_ Aguafiestas tenías que ser. _ bajé mi libro y él se dirigío nuevamente a su cama.

_ ¡MI COMPAÑERA DE A LADO SÍ QUE ES ABURRIDA! _ lo gritó acostandose cómodamente con los brazos en su nuca. Algunas personas voltearon a ver nuestras camas.

_ No soy aburrida _ protesté

_  Sí que lo eres.

_ ¡No lo soy!

_¡Sí!_ me cansé y lo voltié a verlo. George esbozaba una sonrisa.

_ Ya no me molestes ¿quieres?

_ Aburrida _ seguía diciendo. Para no decirle nada sólo le saqué la lengua y él se empezó a reir. Este niño cómo molesta, ¿no pudo ser otro compañero de cama?

Narra onminiciente:

En el taller de las bicicletas Larry pasaba por ahí para pedir la bici de su hija.

_ Buenas noches

_ Buenas noches _ respondía el señor del taller. Larry le dio la nota que le había entregado Paul y el señor en seguida fue a descolgar la bici que había solicitado.

_ Son 22 chelines _ Larry se sorprendió.

_ ¿Qué?

_ Señor, que son 22 chelines _ volvió a repetirle estirando la mano.

_ Pero no me iba a cobrar nada _ el señor del taller soltó una risa.

_ Oiga señor, me ve cara de bruto o qué. Mi trabajo no lo hago en balde. Págueme. _ Larry se alertó pues en su cartera no tenía más que pocos peniques.

_ Mire, un chico llevó la bici y me dijo que no le cobró nada. Sólo me comentó que la pasara a recoger.

_ Pues ése chico le mintió señor. Yo siempre les cobró a los que me dejan aquí sus bicis.


Llegó otro cliente a dejar su bici y el señor del taller se distrajo por lo que Larry aprovechó en ese momento de huir con la bici negra de su hija.

_ ¡OIGA SEÑOR! ¡NO SE VAYA! ¡ME DEBE! _ escuchaba lejanamente Larry al alterado señor.


Larry pedaleó muy fuerte hasta doblar por otra calle.


En esa calle encontró al pequeño inocente Paul y su hermanito saliendo de una tienda de regalos. Traía una caja de chocolates en su brazo.


Larry quiso seguir su camino a la casa pero tenía que hablar de una vez con Paul.

_ ¡Paul! _ aparentaba Larry con una casual sonrisa de encontrarselo. Paul puso una cara de “Oo” y lo veía nervioso cuando Larry se le acercaba con la bici.

_ ¡Qué tal señor! ¿cómo le va? _ nervioso se ponía Paul.

_ Pues no muy bien, Paul _ no quitaba aún su sonrisa Larry _ pero tengo que decirte algo.

_ Diga.

_ Sólo que me quedaste muy mal con el señor del taller de las bicicletas, sólo eso hijo _ Larry guardaba todo el enojo para después y trataba de tener un simpático rostro en frente del chico. Relajado le platicó y todo tranquilo de lo que había pasado en el taller.

Paul no supo que decirle, después de lo que había provocado.


_ ¿Y esos chocolates para quién son? _ Sopechó Larry que eran para su hija.

_ Es para mi abuela señor.

_ ¿Desde cuándo tenemos abuela Paul? _ Michael lo delató. Paul le apretó fuerte su manita. _ ¡Auch Paul! _ Se soltó de su hermano mayor.

_ No, es para mi mamá. _ Volvió a mentir. Michael nuevamente lo delató.

_ Mi mamá no come chocolates _ Esta vez Paul le dio un pellizco a su hermano casi en la media nalga.

_ ¡OYE PAUL! ¡NO TE METAS CON MIS POMPIS! _ gritó Michael molesto. Larry ya sabía desde un principio que Paul le estaba mintiendo.

_ ¿Son para mi hija? _ preguntó finalmente Larry.

_ Sí, señor _ agachó Paul la cabeza avergonzado.

_ Aaaa, pero que chico tan bueno. Es muy buen detalle para Eugenia. Aaaay _ suspiró _ si supieras que ella como le encanta el chocolate.

_ ¿SÍ? _ Dijo Paul con la ilución en sus ojos.

_ Sí Paul, te lo va agradecer mucho. _ Paul dio una gran sonrisa pero Larry se la desapareció cuando le dijo.

_ No, no, no, yo se los entrego por ti Paul _ le quitó la caja de chocolates. Paul se desconcertó.

 _ Velo tú mismo. Tus mentiras no te salvan. No te conviene decirlas, tú mismo te pejudicas. Es mejor no decirlas porque haces que uno te pierda la confianza, como ahorita. _ Larry le dio a entender que no confiaba para nada en él.

 _ Si desde un principio fueras honesto conmigo, no habría problema en que la volvieras a visitar las veces que quisieras y llevarle tú mismo los chocolates a mi hija, pero me has mentido y me generaste un problema con otra gente, por lo que te prohibo que visites a mi hija. Si lo haces puede que ella me lo diga, es mi hija y me tiene mucha confianza, es honesta conmigo. ¿Entiendes?

_ Sí señor. _ dijo triste.

_ ¿Cómo te llamas tú muchachito?

_ Michael.

_ Michael, no sigas el ejemplo de tu hermano. No es adecuado para ti. ¿Si?

_ Sí señor. _ Larry alborotó suavemente el pelo de Michael.

_ Nos vemos muchachos, cuidense. _ se subió a  la bici Larry.

_ Hasta luego señor, igualmente _ contestó Micheal diciendole adiós desde atrás.

_ Gracias, hasta luego. _ se fue.


Paul quedó muy enojado.


_ Ahora veo que tengo razón en no aprender de ti hermano. Dices muchas mentiras _ decepcionado le dijo Michael, con esa voz de niño educado.

_ Ya callate. Tú tienes toda la culpa. Si sólo aprendieras a cerrar la boca. _ Paul estaba enojado, mirando sus pasos que daban al suelo.

_ Te enojas porque te hice perder a una chica que sólo buscabas enomorarla, al igual que las otras de tu lista. _ Michael tenía razón pero a Paul no le gustaba que él la tuviera por lo que le pega agresivamente en su frente. Queda roja la frente de Michael y empieza a llorar.

_ Te voy acusar con mi mamá _ lloró fuerte sobándose su frente. Unas personas voltearon a verlos.

_ A ver si así aprendes a cerrar la boca _ le gritó.

Las personas que pasaban enfrente de ellos empezaron a decir comentarios lo que a Paul le irritaba más como “pobre niño, que mal que tenga ese hermano” “que mala suerte de que le haya tocado un hermano así” “Es un mal ejemplo para el pequeño”


Paul se fastidió y dejó al pobre de su hermano atrás con toda la muchedumbre del centro de Liverpool donde estaban.

_ Que te roben _ refunfuñó.

_ Paul no me dejes. Esperame _ Gritó el hermano pequeño corriendo para no perderse. Paul lo ignoró y siguió caminando pensando en que Michael lo estaba persiguiendo pero en realidad no fue así.


Volteó atrás y no lo encontró. Perdió a su hermano menor con toda esa gente que paseaba exactamente en el centro de Liverpool. 


Paul desesperado se esparció por las personas que caminaban de un lado a otro.

_ Oye, ten cuidado.

_ Fijate por dónde caminas

_ ¿Qué te pasa? _ Decía todo esa gente que chocaba con Paul.


_ ¡Michael! _ gritaba angustiado.

_ ¡MICHAEL!, ¡MICHAEL!, ¡MICHAEL! _ Corría, se agachaba para ver si lo encontraba pero era inútil. No lo veía.


Salió de esa muchedumbre y se fue a las bancas, pero nada, no veía niguna cabeza guera a su vista.


Arrpentido de decirle aquéllo a su hermano le brotaron lágrimas de sus ojos.


<<No debí ni de pensarlo>> Pensaba él, trsite y desesperado.


_ ¿DÓNDE ESTÁS? _ Gritó a los cuatro vientos sin dejarle de salir esas lágrimas que rodaban por sus mejillas.

Continuará...

     

viernes, 27 de marzo de 2015

IX


Episodio 9




Narra omnisciente:


_ Sólo fue un simple desmayo, no hace falta que llames a un doctor, abuelita. _ Ponía una mano en su frente George _ fue un simple desmayo _ volvió a decir.
_ No es normal, llamaré.
_ No abue _ detuvo su brazo  _ ya te dije que el desmayo tal vez es porque no he comido, ahora hay que sentarnos ya a comer. _ Decidió el muchacho quitándose del soporte del fregadero en que estaba sentado. La abuelita miró pensativa al teléfono que pegaba a la pared de su cocina y después miró a su nieto convenciéndola, con la cara que él ponía, dulce y tierna.
_ Está bien George, ay que comer ya. _ Salieron de la cocina.

 George se encontraba un poco mejor después del desmayo pero para no preocupar a sus padres le dijo a la abuela que no le comentara de que se había desmayado en el baño, pues si lo supieran tal vez cancelarían las vacaciones en Duban y lo llevarían al doctor, que es lo que menos quería.

Al día siguiente era segundo jueves de julio, el caluroso día se aproximaría por la tarde, mientras la mañana apenas era un poco cálida. Era la firma de boletas en el instituto varonil de Liverpool, Paul no tenía clases al igual que George.  Sólo acompañaban a sus padres el último día de escuela.

Narra Paul:

Llenas estaban las aulas del instituto de muchos padres de familia que asistieron a la última firma de boletas por la mañana.

Mi mamá trabajaba y mi padre vería mi promedio final.

_ Nada mal _ Sonreía mi padre al ver que mis calificaciones eran excelentes _ ¡ÉSE ES MI MUCHACHO! _ Me palmeaba fuertemente la espalda. Parecía estar muy orgulloso de mí.

Saliendo del aula vi a George sentado en una banca cerca de las jardineras y le dije a mi papá que fuéramos para que él lo conociera.

_ Mira papá, él es George. Un chico al que siempre lo veo en la parada de autobuses.
_ ¡Hola George! mucho gusto. Soy Jim, el padre de Paul _ Le dijo muy amable.
_ Hola señor, mucho gusto. _ Respondió George de igual manera amable.

Mientras ellos platicaban en la banca, yo me alejé un poco de ellos y sentí que tocaron mi hombro. Me giré y vi que alguien jugaba a las escondidillas detrás de mí.
_ Jajaja, ya te vi, eres tú Julie _ Reía.
_ Hola Paul, ¿qué tal con tu boleta? _ se sentaba junto a mí con su linda sonrisa
_ Pues, ya sabes soy el aplicado de mi salón.
_ Ay si, muy muy ¿no? _ Me dijo con un chistoso gesto.
_ Jajajaja, ay Julie ¿qué haces aquí? ¿También en tu instituto es hoy la firma de boleta?
_ No, es mañana pero acompañé a mi primo y, en parte también vine a ver…te _ Se sonrojaba. Julie me caía muy bien, era una chica muy ligera y dulce.

 Ella era muy enamoradiza y era obvio que yo le gustaba, sólo que yo tenía una supuesta “novia” que ni sé si es mi novia después de que me dejó plantado con el beso de aquél día en el parque y bueno, si quiero andar con Julie tendría que dejar de pensar en Lyala (otra chica que me atraía también de su instituto y un poco más grande que yo) y también en Euge… NO, ésa chica no, no me gusta, no me gusta definitivamente ella. Ay Paul, qué chicas te pasan por tu cabeza.

_ ¡JULIE! ¡VÁMONOS HIJA!_ Su papá le gritaba desde del otro patio.
_ Adiós Paul. Tengo que ir a clases.
_ Está bien, adiós Julie.

George tal vez me vio platicando con Julie porque se me acercó y preguntó quién era ella cuando mi papá dejó de hablar con él.

_ Pensaba que ya tenías novia _ decía George.
_ No, aun no. ¿Por qué lo dices? _ George me desvió sus ojos.
_ Aja, como no. Sí tienes novia. _ No me creía.
_ De veras que no tengo novia.
_ ¿Y entonces esa tal Julie? No me digas que es tu amiguita.
_ Es mi amiguita, George. Jajaja. _ él no reía conmigo. A George le pasaba algo ¿pero qué? Sé que es un chico algo serio, sólo que no es tan serio, supongo.
_ Me voy esta tarde, tal vez regrese en Agosto. _ Dijo George cambiando de tema.
_ ¿A dónde te irás?
_ A un viaje con mi familia, de hecho cuando llegue a casa ahorita tendré que preparar mi maleta.
_ Qué bien que vayas a vacacionar. Yo sin embargo estaré aquí en Liverpool tal vez….
_ Saliendo con tu novia _ Seguía insistiendo
_ Que no tengo novia George, es más la última que tuve la corté hace casi dos años y eso que fue en la primaria. _ Le afirmé, él me miró un momento y luego se despidió, de seguro seguía pensando que tenía novia. Yo mismo ni lo sé si tenga o no pero al menos, quisiera que Janeth volviera a buscarme.

Narra Janeth:

Salí de la casa sin mi mochila y mi mamá me siguió hasta que me gritó desde la entrada.

_ ¿A DÓNDE CREES QUE VAS SIN TU MOCHILA?
_ A donde a ti no te debe de importar _  Le grité sin mirarla y cogí mi bici.

No pensaba ir a la escuela sino localizar a mi amiga Eugenia, con el teléfono que mi padrino me había dado.

Visualicé la escondida cabina de teléfono y estacioné mi bici en donde la pudiera vigilar. Entré y después marqué al número.





Ansiosamente esperaba que alguien contestara.

_ ¿Bueno? _ Escuché en la línea telefónica.
_ ¿Padrino? ¡Hola, soy Jan! _ dije fuerte y animada, que supongo que hasta mi padrino tuvo que alejarse de la bocina del teléfono pues quise asustarlo.
_ Hola Janeth, ¿cómo estás? _ dijo suave. Al parecer su voz me hizo saber que no lo asusté.
_ Bien, gracias. _ respondí ya normal.

Como fuéramos conversando en el teléfono, me enteré que Eugenia sufría de un pie fracturado en donde se lastimó el tarso que forma el talón y el tobillo, con dos cuneiformes rotos (aunque nunca supe cuál eran los cuneiformes) y el maléolo interno que también le había afectado como al maléolo externo, pero eso me hizo poner una cara de WTF? cuando me lo explicaba porque no entendía exactamente en qué parte del pie se lastimó esta Eugenia pero en fin, en pocas palabras ella se fracturó un pie.

Nos despedimos y me dio la dirección para poderla visitar un día de estos y colgué.

Salía de la cabina y a través del transparente vidrio de la puerta una niña de aspecto arrogante no me dejaba de ver.

_ Vaya, vaya, vaya. Pero si es la mocosa rebelde sin causa. _ Me decía y era Ruth Morrison, una sangrona niña de mi salón.
_ ¡OH PERO QUÉ SORPRESA! _ Puse mis manos en mis mejillas aparentando de que me sorprendía verla _ hasta en este lugar me encuentro zorras como tú. _ Dije.
_ Mira, que la zorra eres tú. ¿Si? _ Muy payasa pasaba en frente de mí. Yo me acerqué bruscamente a su descolorida y fea nariz y cuidadosamente le dije fuerte en su cara _ ¡VE-TE A LA MIER-DA!

En un plan muy sangrón Ruth amenazó de acusarme por las ofensas que le dije y por mi falta a clases, ¿pero quién era la que empezaba? Además sólo le dije…

_ Ay no hace falta zorrita, si me vas acusar con mi mamá, ella ya lo sabe y si te vas hacer la ofendida mejor no me jodas porque conmigo vas a salir chillando. Así que ADIÓS _ Me voltié dándole la espalda.
_ ¡Estúpida! _ Se enojó. Yo sin embargo la ignoré y me marché de ahí.

Ya que hoy no voy a la escuela, iré avisarle a Dorothy, mi mejor amiga hasta entonces. Siempre nos vamos juntas a la escuela y es por eso que hoy me estaría esperando afuera de su casa pero cuando llegué no la vi, y ella siempre me espera aunque fuera tarde para irnos.

Toqué su puerta y me abrió uno de sus hermanos. Le pregunté si ella estaba y me dijo su hermano de muy mala gana que ella ya se había ido. Conocía bien a sus tres hermanos, para mí son unos hijos de puta. Son unos desgraciados con Dorothy al igual que su padre lo es con ella.

Me aparté de su entrada de la casa y me fui caminando sin subirme a la bici, ya cuando llegué a la siguiente cuadra ella estaba en el suelo cubriendo su rostro.

Me acerqué a ella y le pregunté por qué estaba así. Ella me dijo que su papá le había pegado y yo me agaché para darle consuelo. Para Dorothy yo era la única que podía verla desahogarse.

_ Tranquila Dot, ya vas a ver que tu padre se arrepentirá de lo que te ha hecho. _ La consuelo.
_ Ojalá, pero ni tiene sentimientos. Lo único que le interesa es tomar y tomar en las cantinas. _ Sollozaba

Su padre es alcohólico y agresivo, y yo pienso que esa es la causa por la que Dorothy es muy tímida y desconfiada.

La ayudé a que se levantara y le dije que no fuera a la escuela con esos ojos hinchados que se le veían. Al fin y al cabo hoy era el último día de clases normales que nos daban, porque mañana era la firma de boletas en el instituto femenil de Liverpool.

Ella me agradeció por el consuelo y caminamos hasta toparnos con un chico de quien no me acordaba, y no lo veía desde aquélla vez cuando le hablé después de clases.

Narra George:

Era ella, la rubia quien me gustaba y me habló una vez, junto con otra chica que la acompañaba. Desvié mi mirada pero yo sentí que ella me la sostenía. Finalmente pasé desapercibido y fingí no conocerla.



Entré a mi habitación, me vi al espejo y se reflejaba una sonrisa en mí. No lo sé, puede ser porque la he visto de nuevo y lucía muy bien con ese uniforme de su instituto. Con esa falda llamativa y sus largas piernas de mujer. Admito que me sigue gustando, y gracias al tiempo porque me la volví a encontrar. No quiero ilusionarme pero presiento que le intereso, por la forma en que me vio al principio, aunque me siento un poco confundido cuando yo la vi con Paul aquél día en los columpios.


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Por la desvanecida tarde…


_ ¿Ya no se nos olvida nada Louise?
_ Creo que no Harold. ¡George! _ Me gritó y yo salí de la habitación con mi maleta _ ¡Mande!
_ ¿ya llevas tu traje de baño?
_ Ya mamá, ¿ya nos podemos ir? _ Me agobiaba.
_ Sí, ya salte con tus hermanos. _ Apresurada me condujo hacia la puerta.

La abuela se encontraba ahí para despedirnos de ella.

_ Cuídate mucho, muchachito _ me tomó de la barbilla _ y más porque…
_ Shhhh, sí abue. _ Susurré _ Gracias por no decirles a mis padres y a mis hermanos de lo que paso en tu casa. Ya me voy. _ Besé en su frente rugosa y tomé mis maletas para alcanzar a los demás que ya se estaban retirando de la casa.
_ ¡DIVIERTANSE Y TOMEN FOTOS! _ Nos acordaba la abuelita desde atrás.
_ ¡SÍ MAMÁ! ¡HASTA LUEGO! _ Decía mi madre y se fue volteando poco a poco.

Caminando todos juntos a pie de la calle Upton Green, yo voltie hacia atrás  para ver por última vez a mi abuelita que me decía adiós con la mano.

_ ¡ADIÓS ABUE! _ Respondí y de ahí dimos la vuelta a la esquina.

Diario de Eugenia:

14/07/1955

Te vuelvo a escribir mi querido diario hoy un 14 de Julio por la noche, con la ayuda de la blanca iluminación de la lámpara del buro.
De hace tanto tiempo no he podido escribirte muchas cosas por un accidente en que prefiero olvidarme. Es mejor recordarte cuando daban las diez AM.

 Una inesperada visita de un chico que casi no conocía pasaba a verme cómo seguía de aquél pie accidentado que yo había fracturado. Su nombre es Paul y tiene la cara de un cándido ángel por el reflejo de su bella simpatía, por ese plasmado carisma y por aquéllos ojos tiernos donde encienden su pureza.

 _ Hola Eugenia, ¿qué tal con tu pie? ¿Ha mejorado? _ Sin darse cuenta él se  sentaba en mi delicado pie. Yo en seguida grité y él espantado inmediatamente se paró.
Muy abrumado me pidió disculpas. Yo las acepté tratando de esconder mis quejidos del dolor por mi pie.

_ En serio lo lamento, me siento mal por mi tarugada que acabo de hacer.
_ Ya no te disculpes, sólo fíjate por donde te sientas. _ Le mostré con una amble una sonrisa para no más preocuparlo. Él me la devolvió y puedo reconocer que es perfecto para devolver bonitas sonrisas a las personas.

 _ ¿Cómo has estado tú?
_ Bien. ¡Hoy salgo de vacaciones! _ Entusiasmado me dijo.
_ Eso es genial Paul. _ Me alegraba por eso.
_ Pienso visitarte muy seguido. _ Hacía girar el anillo de sus llaves encima del buro.
_ No tienes por qué hacerlo. _ dije _ me extraña de que alguien que nunca había visto y no lo conozca mucho se interese por mí, y menos de un niño casi de mi edad.
_ Hablas muy madura ¿acaso eres mayor que yo? _ me miraba con la inquietud de recibir mi respuesta.
_ Cumpliré mi doceavo aniversario el último día de este mes.
_ Entonces resulta que yo soy el anciano_ reí por lo dicho de él.
_ ¿De qué fecha eres? _ quise saber.
_ Soy del 18 de junio del año 42.

Para no hacer un silencio eterno quise preguntarle cómo estaba su mamá, me decía que se encontraba bien y tranquila aunque él piensa que necesita unas cortas vacaciones. Después él me hace una pausa con sólo su mirada.

 Cielos, este chico sabe poner nerviosa a una mujer.

 Con suma delicadeza descubrió las sábanas blancas y se acomodó en un pequeño espacio de la cama muy cerca de mí.

_ ¿Te incomoda? _ preguntó tocando suavemente mi brazo, yo en verdad no sentía ninguna incomodidad sin embargo fue excéntrico.

Sus grandes ojos caídos no dejaban de verme. Era un niño espléndido y algo, cautivador.

_ Estoy bien _ Respondí. De repente aparto la mirada cuando oigo decir su nombre. Era mi padre, quien llegaba a la habitación mirándonos muy serio. Esto explica el por qué, un chico en la misma cama que yo no era bien visto.
_ ¿Es así como te llamas? 
_ Sí señor. Paul es mi nombre. Buenas días. _ Saludó cordialmente levantándose con algo de nervios. Mi padre no le respondió a su saludo y se dirigió a mí para saludarme de beso en la mejilla sin perderle la vista a Paul con esa indolente y perpleja cara.
_ Paul, ¿qué haces por aquí? _ empezaba a comportarse muy desconfiado mi padre.
_ Sólo pasaba a ver como seguía su hija. Y antes de que se me olvide, la cadena de su bici ya está arreglada. El bicicletero no me cobró nada, es lo bueno. _ Mostraba nuevamente su linda sonrisa. Mi padre aún no cambiaba su seria cara.
_ Gracias por llevártela para que le arreglaran la cadena de la bici de mi hija, pero no tuviste por qué preocuparte.
_ No lo crea así señor, sólo quise ayudar.

Paul se había ido hace unos 8 minutos, y mi padre desconfiado me hizo las preguntas que yo ya esperaba ¿A qué hora él había llegado? Y ¿Por qué aceptaste que se sentara en la cama junto a ti? 

_ Papá tranquilo él sólo quiso verme cómo estaba.
_ Pero no seas muy confiada, pequeña, ni mucho menos con personas que casi no las conoces, no sabes cómo sean.
_ Pero Paul parece ser una buena persona.
_ Aun así no sabes cuáles sean sus intenciones contigo o conmigo. Así que sólo ten cuidado, hija.

Mi padre me decía esto porque sé que sólo se preocupa por mí.


 Narra George:

En nuestro primer día de fiesta de automovilismo el viaje de maratón hasta el sur de Devon comenzaba.
Esto es emocionante, durante el trayecto mis hermanos y yo hicimos todo lo posible para que el tiempo se nos fuera volando. Nuestro destino era en la ciudad costera de Exmouth.

Poco después de que llegáramos nos reunimos con la familia “Brewer” que eran los cerveceros. Era una alegre familia que amablemente nos invitaron a pasar la tarde en la playa.
A partir de esa tarde en la playa nuestras familias comenzaron una amistad que duraría el resto de nuestras vidas.







 
Su hija Jennifer_ que es de la misma edad que yo _ nos convertimos en buenos amigos y amigos por amigos.
Era simpática y divertida. Me gustaba mucho hacerla reír por el humor que yo tenía. Con ella pase muy bonitos momentos, uno de ellos fue en el mar. Nos gustaba el mar, jugábamos a dos juegos: uno era a las salpicadas con la salada agua y el otro juego era el quien nadaba más lejos y más hondo ganaba, a pesar de las advertencias de mi mamá y sus prevenciones lo hacíamos para divertirnos.
Siempre llegábamos cansados al mismo hotel en que los “Brewer” se habían hospedado al igual como nosotros y cada vez cuando era el desayuno, la comida y la cena uníamos dos mesas dentro de un restaurante y comíamos todos juntos.
Por las noches nosotros junto con los “Brewer” repasábamos nuestros mejores momentos que hicimos durante el día. 
Narra Jennifer:
Encontré a George reticente y tranquilo; su mamá era ruidosa, vivaz, no era tímida en absoluto. No habría silencio en la habitación cuando ella estaba allí y George era champán al igual que su mamá.
La familia Harrison rebotando entre sí y harían cualquier cosa para cualquier persona, y todos ellos tenían un maravilloso sentido del humor, especialmente George.
Cuando era la hora de la reunión de las dos familias, entre todos nosotros contábamos una anécdota mientras cenábamos en un pequeño restaurante del hotel. Yo quise decir una con George, era que cuando yo lancé una correa de cuero de un día, George amenazó con ir andando a Budleigh Salterton. Se alejó un poco, pero todo lo que realmente hacía era ir al baño y matar el tiempo antes de volver. Después de eso, cada vez que George se iba al baño me decía: "Estoy fuera de Budleigh Salterton” Era tan agradable. 
Narra George:
Pasaron tres días, yo y Jennifer estábamos atrás de un transporte público, un poco retirados de la playa, Harry nos acompañaba.
_ Llévate un recuerdo para mi abuela jajaja. _ Me molestaba Harry tomándome una foto con ella, decía que era mi novia.
_ Jennifer no es mi novia. _ Lo miré muy enojado, a punto de empujarlo.
_ Ay ya gallito. Ya dile que le gustas. _ Yo veía a Jennifer que ya se estaba regresando a la playa así que no pensé en decirle nada pero Harry le grita _ ¡JENIFER!_ Ella voltea a verlo_ ¡A MI HERMANO LE GUSTAS! _ En eso le tapé la boca y me balancé a él. _ Te dije que callaras con eso _ Él reía sin parar al igual que Jennifer yo la oía.
_ Jajajaja, a tu hermano ya déjalo. A mí también me gustas George _ entonces me levanto torpemente del suelo viéndola como un tarado.
A Jennifer le gusto, me lo dijo. Era momento de decirle lo que uno ya sabía…
_ ¿Quiqui quieres ser mi no novia? _ titubee después de que me levantara con Harry.
_ Gallito eres todo un galán _ me daba un suave puño a mi barbilla.
_ Ya Harry, te deje que te levantaras porque no soportaba tus burlonas risas y además me babeaste toda la mano, qué asco. _ me limpié con su toalla de natación que traía en su hombro.
_ Yo los dejo solos. Nada más no se vallan muy lejos para andar haciendo a lo que ya saben  _ Jennifer rio por ese tonto comentario de Harry.
Ya cuando nos dejó Harry por fin “solos” le vuelvo a preguntar y ella queda pensativa, queriéndose hacer la interesante.
_ ¿Entonces? _ Me llevo una mano a mi nuca. Ella me responde con un…
_ Sí,  sólo si dejas de ir tanta veces al baño, bueno al Budleigh Salterton como tú lo llamas  _ Bromeó. Nos miramos sin soltar las risas.
_ Está bien pero seguiré yendo al baño. _ Jennifer rio y después me sonrió. De ahí me dio un corto beso en los labios y me sentí muy bien al tocarlos. Entrelazo mis dedos con los de ella y caminando nuevamente a la playa me dije a mí mismo en que estos días serían inolvidables.
Narra omnisciente:
El mes de Julio había terminado y últimamente en el hospital de Liverpool Paul no dejaba de visitar a Eugenia. Ella no dejaba de aburrirse si él, su pequeño amigo la veía.
A Eugenia le caía muy bien a Paul más no quería enamorarse por alguien que poco conoce, aunque su subconsciente pareció creer en que a ése niño ya lo conocía desde antes.
Diario de Eugenia:
18/08/1955
La tarde de agosto resplandecía. Tomaba un vaso de agua simple. Él llegaba con su alegre compañía. Me saludaba de beso. Me contaba sus entretenidas anécdotas y jugábamos a su divertido juego de mesa que él traía desde su casa.
En mi cumpleaños recuerdo que recibí una carta de él con palabas de ánimo en que pronto sanaría y saldría del hospital. Se convirtió en un gran amigo mío este Paul.
Era sólo dos horas de visita, una en la mañana y otra en la tarde. Paul venía en las tardes y mi papá por las mañanas pero nunca me imaginé en que mi padre hoy volviera a visitarme por la tarde. Entonces nuevamente se encontró con Paul, lo que a Larry no le agradaba. Me vio, tomada de la mano con Paul sólo que esta vez él respetaba mi espacio en la cama.
_ ¡Hola señor! _ Sentado en la silla Paul se giró hacia mi papá.   
_ Hijo, no quiero ser grosero pero supongo que tienes mejores cosas que hacer en tu casa que estar por aquí. Por eso deja que esté con mi hija y te agradezco por la compañía que le diste, no es necesario.
_ Sí señor, disculpe las molestias. Ya me iba. _ Soltó mi mano y no se despidió como siempre se despide de mí por la asesina mirada de mi papá que a Paul le atemorizó un poco.
Paul se fue y yo me enojé con mi papá.
 _ No debiste de correrlo así. _ Me molesté _ él solamente viene a verme.
_ Eugenia, no quiero que me mientas ¿por qué te tomaba de la mano?
_ Porque solamente me deseó ánimo para mi pie.
_ Sí, pon de pretexto a tu pie. ¿No te pudo desear el ánimo con las puras palabras?
_ Bueno, ¿a qué vienes tú? ¿Arruinarme el día? _ me bajó la mirada. No quería exaltarme con mi papá, mucho menos enojarme. Así que me tranquilicé y le dije que lo sentía por haberle gritado, él no me había gritado, sólo supuse que se ponía ¿celoso?
_ Papá sólo me pregunto ¿por qué? ¿Te cae mal Paul?
_ No querida, simplemente no quiero que nos haga entender que tiene una buena cara cuando en realidad tiene otra. Yo sólo prevengo, es tan amable que por algo siento que no puedo confiarme completamente de ese chico. Tal vez él sólo venga aquí por algo que nos quiere quitar.
Dudé, podría ser que tenga razón mi papá. Paul a lo mejor no es tanto que venga a verme o se interese cómo ando, a lo mejor quiere algo de nosotros. Y yo considerándolo como un chico bueno.
20/08/1955
Pasaron unos días y Paul ya no me viene a visitar, me sentí triste en parte y por otra pues a la mejor estaba bien, según mi papá.
En la noche cuando acabé mi cena y apagué la lámpara del buro unas enfermeras colocaban cuidadosamente a una persona en la camilla que no pude distinguirla por la poca luz. Sentí mucha curiosidad quién era el que estaba a mi otro lado. ¿Sería alguien de mi edad?
21/08/1955
Esperé el día para ver quién era la persona en que sería mi vecino de cama.
Acostada me di la vuelta lentamente. Era un chico, sentado con los desnudos pies cruzados y con la bata del hospital. Percaté su boca. Es delgada. En la forma que miraba pensativamente a un centro fijo empecé a sospechar de alguien que yo ya había conocido anteriormente en una foto. Tanto mi saber si era o no ésa persona, a quien yo pensaba conocer me animé a preguntarle.
_ ¿De pura casualidad tú no eres George Harri… Harrison? _ Lo saqué de sus pensamientos y miró a mis ojos sin que nada ocurriera.
_ ¿Te conozco?  
 
Continuará…
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¿Si será él?
Ya vinieron las vacaciones, a disfrutarlas.
Saludos...




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